Amuletos
Confieso que cuando empecé a escribir en este anárquico cuaderno, hace ya algo más de un año, pensé que con el tiempo tendría otro aspecto del que ahora tiene. Siempre lo imaginé cimentado sobre las efigies que me rodean permanentemente, unas veces casi con exclusividad, y otras desde la penumbra, como corredores de relevos preparados para recoger el testigo en cualquier momento.
Seguro podéis imaginar de quiénes hablo. No es difícil. Son Cortázar, Stevenson, Sábato, Auster, Borges, Coetzee, Tobias Wolff, Leonard Cohen, Silvio Rodríguez, Serge Gainsbourg, Caetano Veloso, Woody Allen, Truffaut, Billy Wilder o Kubrick, entre otros.
Algunos, cuyos nombres he olvidado o prefiero hacerlo, han ido perdiendo su importancia; otros han ocupado poco a poco (libro a libro, canción o canción, película a película) sus lugares, como Onetti, Melville, Mishima, Scott Fitgerald o Jacques Brel. Hay varios que empiezo a descubrir y que supongo que no tardarán en ganarse un hueco, como Dino Buzzati, Imre Kertesz o Don DeLillo.
No todos se han unido al club por los mismos motivos. De Jaime Gil de Biedma siempre me emocionaron dos poemas: “No volveré a ser joven” y “Contra Jaime Gil de Biedma”, que casi resumen por sí mismos la existencia; de Marlon Brando me fascinó el coraje con el que uno de los más grandes de la historia del cine se jugó el tipo (y lo salvó) actuando en ”El último tango en París”, dejándose llevar por el saxo incandescente de Gato Barbieri. A Flaubert le envidio, aparte de su descomunal talento, la pasión que sentía por la literatura, que era por sí sola, capaz de colmar su vida entera. La voz de Billie Holiday es irrepetible porque, como el bourbon, se mueve siempre en el filo entre la dulzura y la aspereza.
Sería pretencioso decir que uno aprende algo de ellos. Pero siempre consuela tenerlos a mano mientras va pasando el tiempo y de otros mitos de antaño (ideales tópicos, amistades imposibles) no quedan más que las ruinas. Ellos en cambio siempre están alrededor, no como dioses o ídolos, sino más bien como amuletos de los que se puede echar mano en cualquier momento.
Y quizá por lo mucho que a veces cuesta hablar de lo cercano, la mayoría ni siquiera había aparecido por aquí (creo que sólo Stevenson y Wilder han tenido artículo propio), aunque, de modo más o menos consciente, gravitan sobre todo cuanto escribo o pienso.
Así que, aunque hay deudas tan elevadas que es ridículo siquiera pretender saldarlas, queda tomada esta foto de familia en la que se apiñan los vivos y los muertos.
(En la foto, un amenazante Juan Carlos Onetti. Un día se metió en la cama de su piso de Madrid y ya no volvió a salir en varios años. Con un un montón de libros y orinales se puede sobrevivir bastante tiempo, ¿no?.
Os dejo los links a los dos poemas de Gil de Biedma. ¿Sabéis quién es su sobrina? Mejor que no lo sepáis. El tercer link es de Jacques Brel; si alguien conoce a un buen espiritista, que contacte con él y le dé mi mail, por favor.)
http://amediavoz.com/gildebiedma.htm#CONTRA%20JAIME%20GIL%20DE%20BIEDMA
http://amediavoz.com/gildebiedma.htm#NO%20VOLVERÉ%20A%20SER%20JOVEN
http://www.youtube.com/watch?v=POGegLVKjdQ
Seguro podéis imaginar de quiénes hablo. No es difícil. Son Cortázar, Stevenson, Sábato, Auster, Borges, Coetzee, Tobias Wolff, Leonard Cohen, Silvio Rodríguez, Serge Gainsbourg, Caetano Veloso, Woody Allen, Truffaut, Billy Wilder o Kubrick, entre otros.
Algunos, cuyos nombres he olvidado o prefiero hacerlo, han ido perdiendo su importancia; otros han ocupado poco a poco (libro a libro, canción o canción, película a película) sus lugares, como Onetti, Melville, Mishima, Scott Fitgerald o Jacques Brel. Hay varios que empiezo a descubrir y que supongo que no tardarán en ganarse un hueco, como Dino Buzzati, Imre Kertesz o Don DeLillo.
No todos se han unido al club por los mismos motivos. De Jaime Gil de Biedma siempre me emocionaron dos poemas: “No volveré a ser joven” y “Contra Jaime Gil de Biedma”, que casi resumen por sí mismos la existencia; de Marlon Brando me fascinó el coraje con el que uno de los más grandes de la historia del cine se jugó el tipo (y lo salvó) actuando en ”El último tango en París”, dejándose llevar por el saxo incandescente de Gato Barbieri. A Flaubert le envidio, aparte de su descomunal talento, la pasión que sentía por la literatura, que era por sí sola, capaz de colmar su vida entera. La voz de Billie Holiday es irrepetible porque, como el bourbon, se mueve siempre en el filo entre la dulzura y la aspereza.
Sería pretencioso decir que uno aprende algo de ellos. Pero siempre consuela tenerlos a mano mientras va pasando el tiempo y de otros mitos de antaño (ideales tópicos, amistades imposibles) no quedan más que las ruinas. Ellos en cambio siempre están alrededor, no como dioses o ídolos, sino más bien como amuletos de los que se puede echar mano en cualquier momento.
Y quizá por lo mucho que a veces cuesta hablar de lo cercano, la mayoría ni siquiera había aparecido por aquí (creo que sólo Stevenson y Wilder han tenido artículo propio), aunque, de modo más o menos consciente, gravitan sobre todo cuanto escribo o pienso.
Así que, aunque hay deudas tan elevadas que es ridículo siquiera pretender saldarlas, queda tomada esta foto de familia en la que se apiñan los vivos y los muertos.
(En la foto, un amenazante Juan Carlos Onetti. Un día se metió en la cama de su piso de Madrid y ya no volvió a salir en varios años. Con un un montón de libros y orinales se puede sobrevivir bastante tiempo, ¿no?.
Os dejo los links a los dos poemas de Gil de Biedma. ¿Sabéis quién es su sobrina? Mejor que no lo sepáis. El tercer link es de Jacques Brel; si alguien conoce a un buen espiritista, que contacte con él y le dé mi mail, por favor.)
http://amediavoz.com/gildebiedma.htm#CONTRA%20JAIME%20GIL%20DE%20BIEDMA
http://amediavoz.com/gildebiedma.htm#NO%20VOLVERÉ%20A%20SER%20JOVEN
http://www.youtube.com/watch?v=POGegLVKjdQ
Etiquetas: Billy Wilder, Brando, Caetano Veloso, Coetzee, Don DeLillo, Gainsbourg, Gil de Biedma, Leonard Cohen, Onetti, Scott Fitzgerald, Silvio Rodríguez, Stevenson, Tobias Wolff, Truffaut