Cuaderno de Trieste

Blog personal de Gabriel Rodríguez

martes, mayo 16, 2006

Cinematografía elemental


Un director de cine quiere suicidarse. Para no hacerlo escribe un guión y dirige una película. En ella el protagonista es su alter ego, un director de cine insatisfecho que se acaba suicidando. Está interpretado por una joven promesa del cine nacional.
Según va transcurriendo el rodaje, el director se va animando. El ejercicio de su profesión le hace sentirse bien. Además ha conocido a una chica. Es la maquilladora y el director se ha enamorado de ella. Han charlado media docena de veces y ya no se la puede quitar de la cabeza. El director piensa en decirle algo, pero nunca encuentra el momento. El día del estreno, el protagonista acude acompañado de la maquilladora. Con más pesadumbre que sorpresa, el director los ve besuquearse ante las cámaras de la prensa. La película obtiene unas críticas espantosas. El director piensa que debió haberse suicidado.
Una tarde, meses después, el director y la maquilladora se encuentran en el centro de la ciudad. Él le pregunta por el actor principal que, con una inexplicable inmunidad frente a las malas críticas, se ha convertido en la estrella de moda. Ella le dice que hace tiempo que no se ven. Que lo suyo no funcionó. ¿Por qué?, pregunta el director. La respuesta de la maquilladora le deja helado: creo que del que de verdad estaba enamorada era del personaje de la película, no del actor. El director sonríe con la tranquilidad del ventajista. La película es autobiográfica. El personaje soy yo. La maquilladora se sorprende y le propone que se vayan a cenar. Unas horas más tarde le propondrá que vivan juntos. El director y la maquilladora inician una fogosa relación, al principio de naturaleza sexual y más tarde, sentimental.
Después de seis meses, una mañana durante el desayuno, ella le dice que se vaya de casa. El director la mira sin comprender, empalagado aún por la ternura del cruasán que está mojando en el café. Desde que eres feliz eres insoportable, le dice ella. Ya no eres tu personaje; ya no eres el hombre del que me enamoré. Como un buque torpedeado, el cruasán se hunde en las profundidades del tazón de café. El director de cine hace las maletas.
Se instala en una sórdida buhardilla. Esa misma tarde decide suicidarse. Compra una robusta soga y hace un nudo corredizo en un extremo. Pasa la soga sobre una viga del techo y ata el otro extremo a un radiador. Se sube a una banqueta e introduce la cabeza por el lazo del nudo corredizo. Entonces se le ocurre hacer una película con su historia.

(La imagen es un fotograma de la película Nosferatu, el Vampiro, adaptación libre de Drácula filmada por F.W. Murnau en 1922. El simpático vampiro sufre bajo el sol más que un holandés en Benidorm.)

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

¡¡Este ya me lo sabía!!

Y me sigue gustando tanto como la primera vez que lo leí, a ver si la próxima vez que lo lea es con unas tapas y un precio ;)

18 mayo, 2006 17:21  
Anonymous Anónimo said...

corazón de papel.... me gusta este relato, es circular e inquietante como la vida. No se sabe si el director de cine se quiere suicidar para tener un guión para su película o el guión es la excusa para seguir viviendo .. en fin como la vida misma.. Ahora una banalidad ¿podrías poner otra foto? tú eres mucho más guapo..besitos

22 mayo, 2006 21:46  
Anonymous Anónimo said...

Me ha gustado lo de la ternura del cruasán y al empezar a leer me había creido que estabas narrando de verdad la vida de Mornau. También me ha parecido gracioso lo del usario anónimo que ha escrito "esto es una prueba" y "prueba 2" y coincido con que debes poner otra foto, hermano (ya te pongo lo de hermano para no hacerte pensar, no te quejes)
;)

25 mayo, 2006 14:49  

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