Cuaderno de Trieste

Blog personal de Gabriel Rodríguez

martes, mayo 08, 2007

Hombre solo en el mar


Bueno, después del baño de multitudes del mes pasado (se agradece tanto cariño virtual) seguimos travesía con el rescate de un libro.

Normalmente la ciencia ficción es terreno propicio para que los simples ejerciten sus fantasías, haciendo pasar por imaginación lo que no es sino falta de ella (lo dicho vale también para otros infragéneros como la fantasía épica, novela histórica y conspiración templaria, mediante la cual las editoriales llevan años bombardeándonos con infames libelos).

Claro que los maestros siempre se escapan de la mediocridad. El siglo de las luces de Alejo Carpentier o El amante del volcán de Susan Sontag, son dos ejemplos de novela histórica de altura literaria, como también lo son de la ciencia ficción 1984 y Un mundo feliz (Orwell y Huxley respectivamente). Aún así, la proporción de buena literatura es tan pequeña que no merece la pena navegar a ciegas.

Precisamente por ello me ha parecido oportuno rescatar un libro como quien rescata un naufrago. Se trata de Solaris, la novela que el polaco Stanislaw Lem publicó en 1961. Sus dos versiones cinematográficas hacen que sea su obra más conocida (la clásica la dirigió Tarkovsky en 1972 y la moderna Soderbergh en 2002; no he visto ninguna de ellas, pero hay quien dice que la de Tarkovsky fue la respuesta soviética al 2001 de Kubrick).

Solaris es una novela compleja y bella en la que, al igual que en otros clásicos de la ciencia ficción, el hombre se enfrenta a lo que más le aterra: el hombre mismo. En una estación espacial que flota sobre un mar vivo, el astronauta Kelvin sufre las dudas y angustias inherentes al ser humano, esperanzado y temeroso de sí mismo a la vez.

Esa es la gran paradoja que plantea la ciencia-ficción. La tecnología, desarrollada bajo la coartada de simplificar la vida del ser humano, lo aísla sin remedio. La sociedad se muestra como un entramado de artefactos tecnológicos que no sirven para resolver los problemas espirituales. Aunque la tecnología evoluciona desde la rueda hasta los transbordadores espaciales, las dudas sobre el amor y la muerte no cambian. (Si el lector del presente sustituye los transbordadores espaciales por megaurbanizaciones con campos de golf, seguro que lo comprende mejor).

Tal vez Stanislaw Lem pensaba en el precio de un avance infinitamente más rápido de las ciencias que de las humanidades cuando enunció su famosa ley: nadie lee nada; si alguien lee algo, no lo comprende; y si alguien comprende algo de lo leído, lo olvida enseguida.

(La soledad está dentro de nosotros, como dice la oda que Lorca le escribió a Walt Whitman: “Hombre solo en el mar, viejo hermoso Walt Whitman”.)

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4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Once again I have no words. Chapeau.
Anyway is the second time you "talk" about templar plots, is it a fixed obsession? ;)

Muxus

08 mayo, 2007 17:58  
Anonymous Anónimo said...

Hola Ga, ultimamente paso mucho por aqui, debe ser la nostalgia del terruño o algo así.
No has hecho ningun comentario de la foto, no se si todos sabrán es una nebulosa planetaria, asi se quedan las estrellas como el sol despues de gastar casi todo el hidrogeno disponible. Pasan por gigantes rojas ( lo cual convertira a la tierra en una brasa encendida) y mas tarde explotara dejando el gas alrededor de una enana blanca que tambien ella terminara por extinguirse.
Todo desaparecera pero el sol se vera asi de lindo. No se si sera consuelo.
Nos vemos cuidate.

10 mayo, 2007 20:38  
Blogger Cuaderno de Trieste said...

Vaya, amigo, sí que estás nostálgico. Espero poder tomarme unas cervezas contigo antes de que ocurra todo eso, o al menos, mientras ocurre.
Si es así de lindo, servirá de consuelo. Será un bonito final.
Salud
(A la graciosa anglófila ya le contestaré cuando mejore mi nivel de la lengua de Shakespeare.)

14 mayo, 2007 21:25  
Anonymous Anónimo said...

No sé por qué, no lo tengo claro. Pero he de transcribirte, tras leer dos o tres posts, al áspero Kapuscinski:

"En el tronco de un árbol de teca
busca un par de ojos

talla con el escoplo quita la primera capa
no descubre nada
ahonda

se va impacientando
mira pero
no ve nada bajo el párpado de la madera
que retira no encuentra la pupila

se acerca a la médula

tropieza con un par de ojos
mira aterrorizado."

(Subyaced, malditos, subyaced...)NB

20 abril, 2008 15:16  

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